jueves, 2 de diciembre de 2010

Me enredo, me enredo

Soy un defensor de la privacidad. Por ello considero que las redes sociales son un embudo para hacernos tragar mucho y a la vez un escaparate para ser vistos. El problema está en cuando no quieres ser visto y sólo quieres comunicarte. El sueño del voyeur se ha hecho realidad y se puede ver fotos, videos y demás cosas privadas con suma facilidad.

Mi iniciación en las redes sociales fue casi por obligación. Un mundo que te empuja a estar conectado y a gritar “yo estoy aquí”. Tuenti, Facebook, Youtube y los ya casi extintos MySpace y Fotolog, han formado parte de mi vida en un momento u otro. Sin embargo los considero a todos ellos innecesarios. Por el momento.

Suelo escuchar con mucha frecuencia “la fuerza de las redes sociales es imparable y puede hacerte llegar a cualquier sitio”. Sí, es cierto, pero también puede hacerte más daño que ninguna otra cosa antes si no se controla bien. He aquí el quid de la cuestión, saber controlar las redes sociales o ser controladas por ellas.

Agencias, marcas, empresas en general, rastrean la red no para sacar beneficio, sino para encontrar errores. Una de las razones de contratar o no a algún candidato está en su perfil de las redes sociales. Cómo se divierte, cuales son sus intereses, sus aficiones… Es un menú de degustación para expertos en recursos humanos. Pueden empacharse de errores con los que decidir no contratar. Y es que la gente no sabe diferenciar entre la vida y la vida social. Han abierto todos sus diarios personales por la mitad y los han expuesto a la luz para que todos los vean. Por tanto ¿se debe mentir en tú diario? Sí, definitivamente.

Si tu vida es una imagen usa Photoshop en ella. Sigue a profesionales de tu sector en el Twitter, hazte fan de las empresas a la que optas en Facebook, borra todas las fotos comprometidas del Tuenti… En conclusión, crea la imagen de ti que quisieras que todos vieran.



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