jueves, 21 de octubre de 2010

Busca, busca, que yo te encuentro


Google, el nuevo juez de Internet. Había un tiempo en el que se decía “hasta que no sales en… no existes”. Ahora tu reputación está directamente relacionada con lo que Google dice de ti. Y no es que debas tener más búsquedas que ningún otro, sino que lo que se diga de ti sea bueno. ¿Pero qué es ser bueno? Depende el caso.

Recuerdo un caso que nos presentaron de un futuro creativo que para llamar la atención de los grandes jefes de las agencias, puso su propio nombre junto al de los directores en páginas web creadas por él mismo. Esto dio a que por el aburrimiento (y el egocentrismo) de los grandes creativos de buscar cuantos resultados tenían de sus propios nombres, encontraron con un supuesto anuncio de un joven estudiante que demandaba una entrevista con ellos. Eso no quiere decir que pudiera conseguir el puesto, pero sí un chispazo en la mente de sus posibles jefes que le dieron la oportunidad. El resultado final es otra cosa.
En definitiva, lo que Google dice de ti sirva casi en exclusiva para descartar. Nadie quiere contratar a alguien cuyos primeros resultados en el “gran buscador” sean fotos de Facebook estando de borrachera. Mi caso por suerte no es eso.
Yo parezco un dependiente del estado, ya que la mayoría de mis resultados de la búsqueda de mi nombre son listas interminables de becas u otros pasos burocráticos similares. También destacan en primer lugar varios de mis blogs usados en diferentes clases, cosa que me da cierto margen a la hora de saber adaptar mi perfil en la red.
Sólo con un poco de iniciativa puedo adaptar las palabras claves y formar una serie de páginas web que redireccionen e mi perfil profesional. Me gustaría aparecer como alguien proactivo y que tiene sus momentos de ocio, pero que no le impiden ser útil en su trabajo. Por ello quiero luchar para ser creativo y dar una imagen no demasiado rígida para el ojo del Gran Hermano moderno, Google.

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