jueves, 30 de septiembre de 2010

Huelga decir...

Me encantan los tópicos informativos, son la pieza esencial de todo mal periodista. En el caso de las huelgas me pirraba por oír frases como “baile de cifras”, “carga policial contra los manifestantes” o “movilizaciones con intención de desestabilizar al gobierno”. Sin embargo en el caso de la Huelga General del 29S me he quedado con las ganas de escuchar esas sentencias. Y eso ha sido porque esta huelga ha resultado ser bastante peculiar.
Para empezar se convocó una movilización generalizada en todo el país hace ya varios meses, dándole un amplio margen al Gobierno de España a reaccionar y poder cambiar con las exigencias sindicales. Ante la negativa de cambio de la reforma laboral, seguramente para que no se le vuelva a achacar al gobierno de cambios de rumbos rápidos de nuevo por parte de la derecha, ha habido tiempo a que los líderes de los grandes sindicatos UGT y CC.OO.
  pudieran hacer una gira para levantar a las masas como si de Bisbal se tratara. Y con ello no es que esté en contra de las giras informativas, aunque sí de seguir a Bisbal.
Pero, ¿cuál es la razón de tal movilización, aunque anunciada y de buena fe para no cabrear en exceso al gobierno socialista? En mayor medida la reforma laboral. Con los grandes países mandones de la Unión Europea dictando las actuaciones de nuestro gobierno desde Bruselas, el Presidente Zapatero ha accedido a crear una reforma laboral que no alegra unos por parecerles injusta para los trabajadores ni a otros por parecerles insuficiente para los empresarios. Ha sido lo que se dice, llegar por el camino rápido. ¿Y los sindicatos hacen bien arengando a las masas al parada general? Más que hacer bien, es lo que debían hacer. Si no gritan y agitan los brazos en casos como este, ¿a quién se quejarían los trabajadores de las injusticias que les pasan a diario? Unos trabajadores que tiene que ver como corren riesgo sus puestos de trabajo si la empresa puede prever pérdidas. Unos trabajadores que tendrán 15 días menos de sueldo por año trabajado que con el anterior convenio. Y sobre todo, unos trabajadores que ven peligrar unos principios básicos del estado del bienestar al congelarse el dinero de las pensiones y pensar en alargar la edad de jubilación hasta los 67 años.
Todo ello porque se piensa que es mejor recortar en gastos sociales que incrementar la palabra prohibida, los impuestos. Si miramos las tasas impositivas de otros países europeos veremos que España tiene la mitad de recaudación relativa. Eso quiere decir que aquí los más ricos tienen menos que declarar que en estados vecinos. Sin embargo la patronal no está contenta del todo. Ellos quieren el modelo americano, donde según ellos (parafraseando) “los trabajadores espabilan a la hora de encontrar trabajo si no tienen remuneración en el despido”. Ole. Es implica que si los empresarios, con Díaz Ferrán a la cabeza (no olvidemos el caso Marsans) consigue lo que pretende los ahora jóvenes estudiantes tendremos cada vez más difícil encontrar un trabajo estable. ¡Qué digo estable! ¡Digno!
El mileurismo es una utopía. El recién licenciado y demandante de empleo español tendrá que soportar despidos continuos porque “es posible que la empresa no de los beneficios esperados”. De este modo, la huelga me parece muy débil por las demandas y el carácter de reproche de preescolar, y si debería recortarse algo no deben ser los derechos los trabajadores, sino más bien el derecho a enriquecerse a costa de todo de los empresarios.

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